Borges y la religión

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  Borges y la religión    
   

“Un acto de fe, no es un acto inútil, ya que si el porvenir está hecho de nuestra fe, y la fe es la sustancia del porvenir, conviene un acto de fe. Y ahora se necesita tanto!!” (JLB en diálogo con el periodista E. Burzaco)

   
         
   

En materia religiosa, Borges siempre fue ambiguo.

Se declaraba “agnóstico”. 

El gran escritor argentino decía “nuestro paso es tan efímero, tan fugaz que es una desproporción que por un rato en esta tierra nos condenen a una eternidad de fuego o a una eternidad de gloria”.

Pero a pesar de ello, tenía un conocimiento preciso, microscópico y matemático de la religión judeocristiana y anglicana.

Sus poemas y ensayos sobre la eternidad y el tiempo como “Mateo XXV 30”; “Historia de la Eternidad” “Doctrina de los Ciclos” “Nueva Refutación del Tiempo” o “La duración del infierno” son testimonio de su excéntrica curiosidad sobre el tema.

En el primero, se inspira luego de vivir la experiencia de la eternidad cuando se le aparece de pronto “El Juicio Universal”.

Mientras camina por el barrio de Barracas “con sus declives” llega a sentirse “fuera del tiempo” cuando de repente observa (“el primer puente de Constitución y a mis pies, fragor de trenes que tejían laberintos de hierro, humo y silbatos que escalaban la noche, que de golpe fue el Juicio Universal”) y le recuerda todos sus escritos, todas sus menciones de otros autores pero que al final le dice “todavía no has escrito el poema”.

En la “Duración del Infierno” contaba un sueño en el que despertaba de otro sueño, y pensaba “dónde estoy? y comprendió que no lo sabía, quién soy? y no me pude reconocer. El miedo creció en mí y pensó “esta vigilia desconsolada, ya es el infierno”

Son legendarias ya sus lecturas de Shoppenhauer y su refutación a Nietzche sobre el infinito y el enigma que para los seres humanos es el tiempo pero también sobre Spinoza a quien cita diciendo que Dios es “una sustancia infinita hecha de infinitos atributos, y uno de los atributos es la duración y el otro la extensión” Y que cuando ocurre algo ocurre en los infinitos atributos de Dios, “Spinoza pensaba en Dios, como una sustancia infinita con infinitos atributos y solo dos, están concedidos a los hombres; que son el espacio y el tiempo. Luego hay miles más que no podemos imaginar”.

A pesar de esta imposibilidad de Borges en tener un Dios personal, el entonces cardenal Jorge Bergoglio en su libro de diálogos “El Jesuita” - para llevarlo a tropa propia -,  lo describe con su astucia habitual.

 Al hablar de su admiración por el escritor se le recuerda que Borges era agnóstico y allí señala “Un agnóstico, que rezaba a pedido de su madre un Ave María, antes de dormirse”

El mismo escritor lo recordaba; “mi padre era, agnóstico, libre pensador, anarquista, mi abuela materna inglesa era anglicana, hija de pastores metodistas, lo cual me parece bien porque quiere decir que llevo la biblia en la sangre de algún modo. Mi otra abuela era católica, de modo superficial no muy practicante. Mi madre, Leonor Acevedo en cambio era muy católica. Yo me crie en ese ambiente diverso y nunca hubo ningún problema para convivir”.

 “Fragmentos de un Evangelio Apócrifo” no solo es un poema, es su declaración esencial en materia ética y metafísica.

 

Fueron los mandamientos que rigieron sus principios de vida; “Ahí estaría mi credo”.

Su mujer, María Kodama dijo que Borges era agnóstico en el sentido más profundo del término (“Yo soy demasiado escéptico como para afirmar que Dios no existe” JLB). El escéptico es el que se guía por la experiencia. Agnóstico en sentido estricto es eso; la noción humana no puede conocer eso. Lo que dice Kodama es que Borges tenía un agnosticismo más religioso que muchos creyentes porque él buscaba la experiencia.

En el año 1985 en una entrevista con el escritor Eugenio Burzaco (Palabra de Borges), el escritor le pregunta a su entrevistador “Usted es creyente?, Sí” le responde. Y agrega Borges “Yo he tratado de serlo y he fracasado, creo en un principio ético, pero en un Dios personal no puedo… yo creo que la muerte tiene un sabor especial, porque siempre el que va a morir lo sabe, sienten algo nuevo. Sin duda que no pueden comunicarlo ya que toda palabra presupone una experiencia compartida y la experiencia de la muerte importa un sabor nuevo, que quizás no sea desagradable. La muerte es una nueva aventura que me está esperando pero a veces me pregunto “y si soy inmortal?” me resignaré también…”.

No mucho después “en el año 1986, en Ginebra, cuando Borges, ya muy enfermo, sintió que se moría, dijo a María Kodama que, después de todo, no era imposible que hubiera algo, más allá del final físico de una persona. Ella muy práctica, le preguntó si quería que llamara a un sacerdote. El asintió con una condición: que fueran dos, un católico y un pastor protestante, en homenaje a su abuela inglesa y anglicana. Literatura y humor hasta el último instante” (Mario Vargas Llosa; “El Viaje en Globo de Borges y Kodama” Diario La Nación; 6 de octubre de 2014).

 Gervasio Caviglione Fraga (Navidad de 2014)

 

 FRAGMENTOS DE UN EVANGELIO APROCRIFO

3. Desdichado el pobre de espíritu, porque bajo la tierra será lo que ahora es en la tierra.

“claro, suponer que ser desdichado es un mérito es un error”.

4. Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto.

“ponderar a la desdicha y al llanto, es un error, es sólo algo demagógico”.

5. Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria.

6. No basta ser el último para ser alguna vez el primero.

“si no sería demasiado fácil” 

7. Feliz el que no insiste en tener razón, porque nadie la tiene o todos la tienen.

8. Feliz el que perdona a los otros y el que se perdona a sí mismo.

“Uno no debe abrumarse con reproches, ya que es una forma de insistir en el error”.

9. Bienaventurados los mansos, porque no condescienden a la discordia.

10. Bienaventurados los que no tiene hambre de justicia, porque saben que nuestra suerte, adversa o piadosa, es obra del azar, que es inescrutable.

11. Bienaventurados los misericordiosos, porque su dicha está en el ejercicio de la misericordia y no en la esperanza de un premio.

“He dejado atrás el soborno del cielo”                                       

12. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ven a Dios.

13. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque les importa más la justicia que su destino humano.

14. Nadie es la sal de la tierra; nadie, en algún momento de su vida, no lo es.

15. Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.

16. No hay mandamiento que no pueda ser infringido, y también los que digo y los que los profetas dijeron.

17. El que matare por la causa de la justicia, o por la causa que él cree justa, no tiene culpa.

“Un soldado nunca tiene culpa”

18. Los actos de los hombres no merecen ni el fuego ni los cielos.

“Es una desproporción castigar con una eternidad de fuego o de gloria la efímera vida de los hombres”

19. No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.

20. Si te ofendiere tu mano derecha, perdónala; eres tu cuerpo y eres tu alma y es arduo, o imposible, fijar la frontera que los divide.

24. No exageres el culto de la verdad: no hay hombre que al cabo de un día, no haya mentido con razón muchas veces.

25. No jures, porque todo juramento es un énfasis.

26. Resiste al mal, pero sin asombro y sin ira. A quien te hiere en la mejilla derecha, puedes volverle la otra, siempre que no te mueva el temor.

27. Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón.

28. Hacer el bien a tu enemigo puede ser obra de justicia y no es arduo; amarlo, tarea de ángeles y no de hombres.

29. Hacer el bien a tu enemigo es el mejor modo de complacer tu vanidad.

30. No acumules oro en la tierra, porque el oro es padre del ocio, y éste, de la tristeza y del tedio.

31. Piensa que los otros son justos o lo serán, y si no es así, no es tuyo el error.

32. Dios es más generoso que los hombres y los medirá con otra medida.

33. Da lo santo a los perros, echa tus perlas a los puercos; lo que importa es dar.

34. Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar.

39. La puerta es la que elige, no el hombre.

40. No juzgues al árbol por sus frutos ni al hombre por sus obras; pueden ser peores o mejores.

41. Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena…

47. Feliz el pobre sin amargura o el rico sin soberbia.

48. Felices los valientes, los que aceptan con ánimo parejo la derrota o las palmas.

49. Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de Cristo, porque éstas darán luz a sus días.

50. Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.

51. Felices los felices.

   
         
 

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