Jugamos en serio?

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  Jugamos en serio?    
   

Nuria Rodríguez Gonzalo

 

“Lector, me tratáis como si yo fuera

un autómata, eso no es de buena                                                                  

educación; contad los amores de

Jacques, no contéis los amores de

Jacques…; contad la historia de

Gousse, ya es suficiente…

Debo, sin duda, obedecer algunas

veces a vuestro capricho; pero

también es  preciso que alguna vez

obedezca al mío, sin contar con que

todo oyente que me permite iniciar

un relato se compromete a escuchar

hasta el final”.  Diderot.

 

Denis Diderot, escritor, filósofo, enciclopedista y una de las personalidades decisivas de la Ilustración, escribió en 1796, su novela Jacques el fatalista (Santillana, Madrid, 2008). La obra fue publicada póstumamente y ha sido considerada por José Saramago como la primera novela absolutamente moderna. Milán Kundera, por su parte, estima  que la Historia de la Novela no se comprendería y permanecería incompleta sin esa “exposición de impertinente libertad sin autocensura y de erotismo sin coartada sentimental”, que le sirvió de inspiración al mismo Kundera para crear la obra de teatro Jacques y su amo, Homenaje a Denis Diderot (Tusquets, Barcelona, 2005).

En el prólogo de esta pieza teatral se lee: “En Diderot, cinco narradores, interrumpiéndose el uno al otro, cuentan las historias de la novela: el propio autor (dialogando con su lector); el amo (dialogando con Jacques); Jacques (dialogando con su amo); la posadera (dialogando con su auditorio); y el marqués de Arcis. El procedimiento dominante en todas las historias particulares es el diálogo…de manera que el conjunto de la novela no es sino una inmensa conversación en voz alta.”

Efectivamente, Jacques el fatalista es una obra constituida por diálogos y continuas digresiones sobre temas como el libre albedrío, el determinismo, sátiras contra el poder eclesiástico, aventuras amorosas y otros asuntos candentes del Siglo de las Luces. En fin, es una novela de historias que se van entrelazando de manera espontánea y divertida, todo en medio del largo viaje que realizan Jacques y su amo.

Y así como Kundera se inspiró en Jacques el fatalista, para escribir su obra de teatro,  Diderot, a su vez,  confiesa que también tuvo la influencia de otra gran novela: Tristram Shandy de Laurence Sterne (ebook, Santillana, Madrid, 2013), escrita y publicada por entregas entre 1759 y 1767. Esta obra de Sterne, es considerada por Kundera como una novela-juego en la que el autor “conversa con su lector y se pierde en infinitas digresiones, empieza a contar un episodio sin jamás terminarlo; inserta la dedicatoria y el prólogo en mitad del libro, etc.”

Contrario a lo que dice algún crítico, en el sentido de que Tristram Shandy es una ‘comedia seria’, Kundera estima que darle ese calificativo es usar una frase sin sentido, que evidencia “el pánico que se apodera de la crítica literaria ante todo lo que no parece serio”. Y también, contrario a la opinión de quienes creen que algo sólo es bueno si es serio, Kundera  manifiesta:

“Pues bien, quiero decirlo imperativamente: ninguna novela digna de ese nombre se toma el mundo en serio. Además, ¿qué quiere decir ‘tomarse el mundo en serio’? Quiere seguramente decir: creer en lo que el mundo quiere hacernos creer. Desde Don Quijote hasta Ulises, la novela cuestiona lo que el mundo quiere hacernos creer”.  Sostiene Kundera (...a propósito ¿leíste la novela Sostiene Pereira, de Antonio Tabucci?, ¿verdad que es excelente?, yo además vi la película con el gran Marcello Mastroianni haciendo el papel de Pereira…¡qué lujo de actuación!); te decía, sostiene Kundera que Sterne:

“…no nos hace creer en nada: ni en la verdad de sus personajes, ni en la verdad de su autor, ni en la verdad de la novela en tanto género literario: todo se cuestiona, todo se pone en duda, todo es juego, todo es diversión (sin avergonzarse de divertir) y ello con todas las consecuencias que implica para la forma novela. Sterne descubrió las inmensas posibilidades lúdicas de la novela y abrió así una nueva vía de evolución de ésta. Pero nadie oyó su ‘invitación al viaje’. Nadie lo siguió. Nadie, salvo Diderot”.

Bueno, bueno, nadie salvo Diderot… y Goethe, quien fue gran admirador de Sterne, y si no se inspiró directamente en Tristram Shandy, al menos sí parece haber tomado muy en cuenta la novela Viaje Sentimental,  del mismo autor, para crear su famosa obra Las desventuras del joven Werther; como también se sabe que  en los siglos siguientes muchos escritores manifestaron su admiración y reconocieron la gran influencia que recibieron del autor de The Life and opinions of Tristram Shandy, Gentleman. The sermons of Mr Yorich,  título original de la obra.

Pienso ahora en F. Nietzsche, para quien Sterne fue “el escritor más libre de todos los tiempos” (…de todos los tiempos conocidos por mi querido Nietzsche, habría que aclarar también aquí); y lo llamó “el gran maestro del equívoco” indicando que “…este es su propósito, tener y no tener razón a la vez, mezclar la profundidad y la bufonería…”. Si querés saber de dónde tomé estas citas de Nietzsche te diré que están en diferentes artículos que se localizan fácilmente en Internet y que, si no me equivoco, salen del libro Humano, demasiado humano; pero como de eso no estoy  tan segura, porque fue hace mucho que leí ese libro, y no quiero que perdás la paciencia esperando mientras encuentro las frases en mi ejemplar, mejor te dejo a vos la tarea de leer las obras de Nietzsche y encontrar las frases sobre Sterne...¡tomalo como un juego!.

La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy  fue traducido al español por el escritor Javier Marías quien, a raíz de la reedición revisada de esa obra, brindó una entrevista (se encuentra en Internet bajo el nombre Vida y traducciones del caballero Javier Marías), donde nos cuenta que  Sterne, con esta novela:

 “Sin duda se adelantó a su tiempo, aunque en su tiempo, como acabo de decir, fuera comprendido y apreciado también. Es una obra que en muchos aspectos parece más del siglo XX que del XVIII. Influyó mucho en el Ulises de Joyce, considerada por tantos la novela más arriesgada de la historia. Tristram Shandy, lo es más aún, a mi parecer, entre otras razones porque vino mucho antes. Luego, autores contemporáneos como Kundera, Cabrera Infante, Flann O’Brien y tantos otros han sido grandes entusiastas. Todos lo sentimos como un libro intemporal, o contemporáneo. Y eso es lo que suele sucederles a los verdaderos clásicos”.

La introducción de esta divertida y compleja obra fue escrita por Andrew Wright, quien agrega a Virginia Woolf, Samuel Beckett y Michel Butor, a la lista de  notables ejemplos de la influencia ejercida por la novela de Sterne. Y aquí no puedo dejar de pensar en Orlando (Hermes-Sudamericana, México, 1987), la bella y libérrima novela de Virginia Woolf, publicada en 1928. Recordarás que la extraordinaria narración de la vida de Orlando se extiende a lo largo de cinco siglos de historia inglesa, desde la época isabelina hasta principios del siglo XX; y en algún momento de su historia el personaje principal despierta convertido en mujer, recurso literario que nos permite observar los rigores y censuras a los que se ve sometida Orlando cuando tiene que vivir en su piel de mujer. Al respecto surgen varias reflexiones de la autora, entre ellas, que “los trajes aunque parezcan frivolidades tienen un papel más importante que el de cubrirnos. Cambian nuestra visión del mundo y la visión que tiene de nosotros el mundo”. Aunque mi parte preferida, por mucho, es cuando Orlando conoce a Marmaduke Bonthrop Shelmerdine Esquire, nombre ridículo como pocos, pero que simboliza algo de lo “caballeresco y romántico, apasionado, melancólico y resuelto que había en él”; y es que cuando se encuentran ella y él, les parece increíble que un hombre y una mujer puedan sentir tanta y tan fuerte afinidad, al punto de sostener este diálogo:

“¿Estás segura de no ser un hombre? le preguntaba ansiosamente, y ella repetía como un eco: ¿será posible que no seas una mujer?, y acto continuo hacían la prueba. Pues cada uno de los dos se asombraba tanto de la rápida simpatía del otro, y sentía como una revelación que una mujer pudiera ser tan tolerante y tan libre en su manera de hablar como un hombre, y un hombre tan extraño y sutil como una mujer, que en seguida tenían que hacer la prueba”.

Siempre que recuerdo ese pasaje de la novela, imagino incontables y deliciosas maneras en que los personajes podrían hacer “la prueba” para demostrarse mutuamente que son hombre y mujer. Bueno, esta bien, lo reconozco, todo este asunto es una gran digresión pero ¿qué querías? desde que leí la estupenda novela de Virginia Woolf he estado esperando un momento apropiado para incluir esa cita que tanto me gusta; y como este es el collage de las digresiones decidí incluir mi parte preferida de esa hermosa novela. Además, confieso que me estoy aprovechando un poquito del compromiso que adquiriste al leer el epígrafe… ¿o acaso pensaste que era broma eso de que espero lo mismo que Diderot le pidió a su lector y que no quiero ser tratada como una autómata?. ¡Pero si ésa es la parte seria de este juego! Si me permitiste iniciar mi relato y llegaste leyendo hasta aquí, acompañame hasta el final, ¿de acuerdo?.

Ahora sí, va en serio: basta de digresiones porque me interesa contarte de un libro editado, seleccionado y prologado por el amigo Ramón Mena, se titula: Poesía Humorística: Antología de Humor Poético de Costa Rica, España e Hispanoamérica (Librería Francesa S.A., San José, C.R. 2005); y quiero referirme a este libro por los momentos de alegría que me ha producido su lectura y porque, parafraseando a Rosario Castellanos, creo firmemente en la ironía, la risa y el sentido del humor como las formas más inmediatas de liberación de lo que nos oprime, y de tomar distancia de lo que nos aprisiona.  Pero además la antología de poesía humorística me gustó por todas las razones expresadas arriba por Kundera, las que, en mi opinión, son aplicables no sólo a la novela sino a la Literatura y al Arte en general.

Aclaración: con lo dicho hasta ahora no pretendo ser cínica, en el sentido despectivo de la palabra, creo que en el Mundo hay asuntos serios que ameritan atención, pero también recuerdo al filósofo mediterráneo Eligio Resta cuando explica en sus videoconferencias y libros algo que en términos sencillos se podría traducir diciendo “las cosas hay que tomárselas muy en serio…y también hay que aprender a relativizarlas”; y la ironía, la duda, e incluso la risa son, en mi criterio,  excelentes medios de poner las cosas en perspectiva; además, no debemos olvidar que “la ironía es la verdadera resistencia al poder” (¿en cuál de los libros de Resta leí yo esa frase?...¡ya no lo recuerdo!). Y en el Arte, en cualquiera de sus manifestaciones, encuentro esa posibilidad de relativizar lo que nos dice el Mundo y no creerlo a pie juntillas.

Todo esto para decir que en la mencionada Antología de Poesía Humorística encontré mucho de lo bueno que tienen las obras de Sterne, Diderot, Woolf, Kundera y demás artistas citados; o sea, encontré humor, ironía, sarcasmo, distanciamiento y otros puntos de vista sobre temas generalmente considerados serios o trascendentales.

 Sólo para empezar, la Antología  nos regala la siguiente dedicatoria:

“A Mamita:

 Mi inteligente y hermosa esposa

Sin la cual yo no sería nadie:

Ella siempre me conforta

y me consuela;

nunca se queja ni interfiere;

no pide nada y lo soporta todo.

(Y escribe las dedicatorias de mis libros)”

Y en la siguiente página encontré el agradecimiento más escueto y divertido que he leído hasta hoy.

Avanzando, disfruté mucho la lectura  de la Presentación introductoria prologada a manera de prefacio como epístola liminar de esta antología crestomática, compilada, seleccionada y coleccionada como florilegio. ¡Valga la rimbombancia!. Ramón Mena nos ofrece ahí algunas de las buenas razones que existen para leer poesía  humorística y, de paso, nos cuenta que “El gran humorista y empresario chileno Lucho Barahona, fundador del Teatro del Ángel de San José, dijo en una entrevista: ‘Es más fácil hacer llorar que hacer reír’. ¡Aquí prometemos hacerle llorar…de risa!”.

Ya en el cuerpo de la antología, específicamente en la sección dedicada a Costa Rica, observé que además de poesías vienen algunas letras de canciones humorísticas y, por supuesto, no falta una pequeña pero representativa muestra de las “Bombas Ticas”.  Como esa expresión encierra algo tan autóctono, quizá incomprensible a personas que no viven en Costa Rica, me tomo la libertad de citar una obra que explica y complementa este asunto de las ‘bombas’: Me refiero a El Costarricense, de Constantino Láscaris (Educa, Centroamérica, 1989), libro que no me canso de recomendar, entre otras razones, porque es la mar de divertido. Ahí se lee la siguiente anécdota sucedida al europeo que llegó a dar clases de filosofía y se quedó a vivir en Costa Rica. Copio textualmente, para que no pierda la gracia:

 “Mi primera relación con las bombas ticas fue en Liberia. Iba por la calle (lo cual en Liberia todavía se puede hacer, a diferencia de San José) cuando vi vender un periodiquillo por unos estudiantes; lo compré. Ya me impresionó el ver que algunos alumnos de un Liceo imprimieran un periódico, pero mucho más que…lo vendían en la calle. Se titulaba ‘El Despertar’. En la página 2 había once bombas, del Poeta (así, con mayúscula) guanacasteco Rodolfo Salazar S. Y me gustaron.

Todas las noches me paso

como los toros mugiendo,

y hasta me pongo a rascar

pa ver si así te comprendo.

Esto era una auténtica bomba, no sé si de Hidrógeno o de Cobalto, pues nunca he visto estas cosas, pero sí de muy hombre […]

Pregunté quién era Rodolfo Salazar y me contestaron: el Gobernador. Yo pensé entonces: éste es un Gobierno bien organizado: las bombas las tiene el Gobernador. Aunque luego me entró la duda: ¿no será que es Gobernador porque tiene las bombas? Y lleno de interés, me volví a leer la página 2 de ‘El Despertar’:

Ayer te vide venir

con tu pasito jacón,

y hoy te siento que me andás

en el puro corazón.

Y busqué al Gobernador. Era un hombre más bien bajo de estatura, seco de carnes, duro de tendones, con aires de vaquero laceador; hombre de pocas palabras. ¡Claro! Cuando habla, provoca explosión”.

Cuenta, Láscaris, que ese día participó en un Congreso que tuvo lugar en una sala de exposición ganadera ”… y a los congresistas nos pusieron en medio, en donde, según me explicaron, en los concursos ponen al ganado. Esto en región ganadera, es el mejor elogio, aunque acaso demasiado directo”, y más adelante, nos dice: “Cuando los interminables discursos que nos estaban dirigiendo en la sala de concursos se hicieron más soporíferos, el Poeta tuvo el buen gusto de abandonar la sala para irse a coronar a la Reina de Liberia: eso es hacer de Gobernador: antes es la coronación que el gobierno republicano. Y tuve ocasión, no ya de leer, sino de vivir la explosión de las bombas. La marimba a todo meter, y de repente el Gobernador (perdón, el poeta) grita: bomba. Y se hace el silencio. Y luego se oye:

Morena de ojos quemantes

que al miráme me adulás,

decíme, pero cuanto antes,

 por qué diablos reculás.

Y me acordé una vez más de Andalucía; de la sal picante y con gracia del sevillano garboso. Seguro que estas bombas tiene su parentesco con la saeta andaluza. Casi todas son coplas, de canto individual, y dirigidas a una moza. No sé si se trata de declaraciones amorosas en público, o de advertencias de amor a posibles  competidores, pero tienen el aire de ambas cosas.”

Sin mayores comentarios a esta larguísima cita –por aquello de no abusar de tu paciencia–, vuelvo al libro de poesía humorística. Ramón Mena declara que en su búsqueda de material para la antología, encontró menos mujeres que hombres dedicadas al asunto de hacer poesía con humor, y agrega que una de esas pocas excepciones es la dominicana Johanna Goede, “quien ideó vender sus poesías incluyéndolas en su libro de recetas culinarias ANTOLOGÍA DEL PLACER”. El prologuista se pregunta si Goede y las otra mujeres que hacen poesía, se molestarán por ser llamadas poetisas –porque es bien conocido que algunas mujeres prefieren que se las llame poetas al estimar peyorativa la palabra poetisa–, y con graciosa auto-ironía, agrega: “Siendo así y como yo incluí unos poemitas humorísticos míos de dudosa categoría, me arriesgo a ser clasificado como poetiso o poetito, por lo que corro a admitir que éstos los fabriqué exclusivamente para esta antología para así autodesignarme como pohechizo. Más aún: los hice tomando como base unos viejos chistes que conocía. (‘La originalidad es el arte de ocultar nuestras fuentes’ y yo no oculto las mías)”…¡ni yo tampoco!, por eso me siento tan a gusto haciendo collages de citas: ¡me encanta otorgarle el mérito a  quienes tuvieron el buen tino de expresarse con talento!.

Ramón Mena nos dice también que “Un chiste o una poesía humorística (que por lo general terminan con lo inesperado y contradictorio), si son de buen gusto e ingeniosos deberían producir risa; si son muy buenos, carcajadas y los más ingenuos y tontos, al menos una sonrisa”, pues bien, esa similitud entre la poesía humorística y el chiste me recordó la obra de Sigmund Freud titulada: El chiste y su relación con lo inconsciente (Obras completas, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1948), donde el gran psicoanalista expresa algo que, en mi opinión, refuerza los argumentos de Kundera sobre el pánico que se apodera de la crítica ante lo que no parece serio. Dice Freud:

 “Todo aquel que haya buceado en las obras de Estética y de Psicología a la rebusca de una aclaración sobre la esencia y las relaciones del chiste, habrá de confesar que la investigación filosófica no ha concedido al mismo hasta el momento toda aquella atención a que se hace acreedor por la importancia del papel que juega en nuestra vida anímica”,

Y conforme avanzamos en la lectura de Freud y su análisis del chiste, comprendemos que tanto el chiste como la poesía humorística y cualquier cuento o novela ‘no-seria’, cumple con la importantísima tarea de ofrecernos un juego con ideas y palabras que nos permite extraer placer de los procesos psíquicos e intelectuales.

¿Puede haber una manera más sencilla de lograr placer y hasta un cambio de nuestro estado de ánimo que a través de la ironía,  los  chistes y la literatura? Cuando se invente me avisás. Mientras tanto, seguiré contenta disfrutando los chistes y la literatura, incluida la poesía humorística…¡por supuesto!,  Y también seguiré recordando este diálogo que Diderot pone en boca de Jacques y su amo:

“Amo –No, no, dime qué fue lo que intentaste mil veces.

Jacques – Burlarme de todo. ¡Ah, si lo hubiese conseguido!

Amo –¿De qué te habría servido?

Jacques –De liberación para toda clase de preocupaciones: ya no tendría necesidad de nada, sería perfecto dueño de mí mismo, me encontraría tan a gusto con la cabeza apoyada en una esquina de cualquier calle, como sobre una espléndida almohada”.

Para terminar (…¡en serio!, ¡en serio!, ¡ahora sí que termino!), deseo regalarte una reflexión que me parece bastante abarcadora de los temas aquí tratados y que encontré en la introducción de Tristram Shandy, escrita por Andrew Wright:

“…la poco concluyente conclusión queda, más que afirmada, simplemente expuesta: el hombre es un misterio y el mundo es inescrutable; los modos ordinarios de aprehensión y análisis son absolutamente inadecuados a las tareas que se pretende lleve a cabo; la vida misma es inefable, ineluctable, y sin duda trágica, redimida sólo en la medida en que la redención es posible a través de la risa, que se burla del misterio; del amor, que lo acepta; y del arte, que lo recrea. La narración estrictamente cronológica es tan falsa para con la complejidad de la vida como lo es una epistemología basada en el ‘zigzagueo transversal’…de la teoría lockiana de la asociación de ideas. Contra la manera convencional de contar historias, y haciendo un uso fuertemente irónico de la epistemología de Locke, Sterne describe la figura de un círculo, y puede decirse que la estructura de la novela es periférica. Si bien tanto el lector como Sterne están poco más cerca de un entendimiento del fondo de la cuestión al final de la novela que al principio, al menos los errores y falsedades por que ordinariamente se guían los hombres en sus vidas se han visto desacreditados, y la magnitud de las dificultades que la vida en general presenta ha sido puesta de manifiesto. El ensayo de todas las hipótesis ha terminado en fracaso, pero el círculo ha quedado trabado durante el empeño; el esfuerzo mismo ha llevado a la configuración de una obra de arte”.

A propósito, me gustan las obras de arte que ponen en cuestión al Mundo y que lo relativizan a través de la ironía, de la risa, en fin, del humor…dulce humor. Si en serio llegaste hasta aquí, si todavía estás leyendo, termino agradeciendo tu buena educación y, sobre todo, el hecho de que no me has tratado como si yo fuera una autómata, me dejaste obedecer a mi capricho de jugar al relato circular y terminar donde empecé. La próxima vez seré la oyente que te permita iniciar un relato y se comprometa a escuchar hasta el final.

 

 

 

   
         
 

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