Según Lauren Caitlin, Miss Carolina del Sur Adolescente 2007, la razón de que  sus compatriotas no puedan localizar a Estados Unidos en un mapamundi, es la falta de mapas.  O sea que ya por entonces tenían crisis.   En el año 2000, Luzdey Edith Ibarra Rangel, aspirante a Miss Colombia, señaló  las dos cosas que cambiaron la calidad de vida en el último siglo: “El amor a la patria y no olvidar que hay un ser supremo”. ¡Curioso! Con la cantidad de guerras “patrióticas” que ha vivido la humanidad y con toda la expansión del cristianismo durante los dos últimos milenios, ¿cómo no la cambiaron antes?  En ese mismo año, Carolina Zúñiga, candidata a Miss Chile, declaró que para  preservar y multiplicar la especie en caso de holocausto nuclear, elegiría ¡“al Papa y a la Madre  Teresa de Calcuta"! No nos habíamos recuperado del susto   cuando oímos decir a Giouse Cozzarelli,  una de las  candidatas a Miss Panamá 2009,  que  Confusio había inventado la confusión. En ese mismo año    Verónica Velásquez, candidata a Miss Colombia, para quien  los colombianos ¡“alguna vez”! fueron  machistas, nos aclaró que  “el hombre se complementa al hombre, mujer con mujer, hombre con hombre y también mujer a hombre del mismo modo en el sentido contrario”.  Bastantes años atrás, esto es, en 1994, otra Miss Colombia, Tatiana Castro, la cual hoy como  predicadora evangélica afirma que  Dios habla a través de ella, nos había contado que  “los perros también son seres humanos”.  Y un año antes de la confusión de Confusio, Katherine Escaño, una de las candidatas a Miss República Dominicana Universo, le quitó  a Colón todas las medallas cuando afirmó que  si no fuera por Juan Pablo Duarte “quizás todavía no estaría descubierto nuestro continente”.

Pero en esto de dejarnos con la boca abierta  las misses no tienen la exclusividad. La estrella cinematográfica Brooke Shields declaró que  al morir perdemos “una parte muy importante de  nuestra  vida”; y  a   la  cantante  Shakira le gustaría visitar Roma “porque es la tierra en que nació nuestro Señor Jesucristo”.  En otra oportunidad,  la  actriz Alicia Silverstone  afirmó que  “la superficialidad tiene que venir de un lugar muy profundo, si es que es realmente superficial”. 

Si usted está pensando que tan profunda superficialidad es exclusivamente femenina y se dispone a colgarle al colectivo entero la etiqueta de tontas que muchos varones insignes y misóginos han colocado sobre las mujeres, espere un rato. Le debemos al antes actor y ahora político  Arnold Schwarzenegger,  la mejor solución para evitar las polémicas que suscitan los derechos de las personas homosexuales: que el matrimonio gay se dé “entre  un hombre y una mujer”. ¿Cómo no se nos había ocurrido?  Y entre  los astros futbolísticos, el famosísimo goleador y modelo David Beckham, quiere cristianizar a su hijo, pero no sabe todavía  “a qué religión";   el ídolo madridista Raúl Albiol, quien debe tener el mismo mapa que Shakira, estaría dispuesto a ir a Austria, fuera de la Eurocopa, “para ver canguros”; y  a Leo Messi, reconocido como “el mejor jugador del mundo”, el insecto que más le gusta es “el mono”. 

En el siglo XVII, La Bruyére consideraba una desgracia que nos falten “el ingenio para hablar y el tacto para callar”,  pero resulta que en el XXI ya no va a tener razón: muchas de estas personas que a cada dos palabras dicen tres porradas, están entre  las más exitosas, las más célebres, y las  de mayores ingresos en el mundo. Sólo entre junio de 2006 y junio de 2007,   Shakira,  ni tan bruta, ni tan ciega ni tan sordomuda,   obtuvo unos 38 millones de dólares USA, y de quererlo,  le manda a poner a Jesús su tumba en Roma. Leo Messi gana 875.000 euros al mes, y viéndolo bien, ¿para qué le podría servir Linneo? Raúl Albiol recibe 1.100.000 euros por temporada, con lo cual, no más pedirlo, le mandan todos los canguros para Austria. Beckham obtiene 55 millones de dólares en una sola temporada entre salario y publicidad, y cuenta con una fortuna  de 128 millones de euros; sólo por modelar los calzoncillos  Armani recibe 41 millones de dólares, de modo que él puede “cristianizar” a su hijo, si quiere,  hasta al zoroastrismo, el yorubá, el kimbanda o el candomblé.  Hoy la falta de ingenio para hablar y de tacto para callar, puede que hasta se haya convertido en una manifestación de grandeza, una prueba de valía,  una señal de éxito,  o como mínimo en una  gracia más. La Bruyére, si viviera, se tragaría la lengua; y  el buen Confusio, confundido y consternado, cambiaría sus ideas de  tolerancia,  bondad y amor al prójimo,   por una cuerda y una viga.

              (Prensa Libre, 15 julio 2010)