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Volver a empezar por María Cristina Terragni | ||||
Empezar un nuevo ciclo, requiere un momento de reflexión. Nos obliga a mirar hacia adelante, a volver a empezar. Usualmente, nos apuramos antes de que finalice el ano, a resolver problemas, realizar las consultas medicas postergadas, comprar todo lo que podemos, terminar con la escolaridad ,etc. La sensación es que cuando concluye un ciclo, todo debe estar resuelto. Por eso la ansiedad que rodea los últimos días del ano, como que nada se puede hacer después . Pero el “ después”, llega y un nuevo ciclo comienza. Tenemos que estar preparados, porque la vida sigue. Lo que se termino, ya fue. No podemos volver para atrás en nuestras vidas. Lo que paso, lo que se hizo o se dejo de hacer, pertenece al pasado. Solo debemos saber si aprendimos algo. El que se queda en el pasado, vive mal, lamentando lo que ya se termino. Ahora comienza otro ciclo y debemos empezarlo con la “ mirada adanica”, con la mirada despojada de prejuicios. Con las miradas que tienen los niños. Para lograrlo, necesitamos una actitud positiva hacia lo que vendrá. No se puede empezar algo pensando que nos va a ir mal. La confianza en nosotros mismos, es la mejor base para enfrentar y resolver problemas. Suele suceder que nos quejamos de todo: del tiempo, de los amigos, de la economía, de las enfermedades, etc. Las quejas reducen la posibilidad de encontrar soluciones. Gastamos energías en quejarnos. O en culpar a otros. Se produce un bloqueo emocional. Para mirar hacia adelante debemos enfrentar la realidad que nos toca vivir y darnos cuenta ( es lo mas difícil!) de cuales son las cosas que necesitamos y podemos cambiar. Es importante hacer una lista de proyectos para llevar a cabo en el nuevo ano. Conviene escribirlos. Saber como hacer para que se cumplan. Los proyectos tienen que ser específicos: construir una casa, estudiar un idioma, formar una pareja, etc. Tendemos a enunciar simplemente generalidades. Por ejemplo, ser felices! Todos deseamos ser felices pero la felicidad puede ser diferente para cada uno de nosotros. La felicidad es el estado de plenitud y equilibrio que nos produce bienestar. Ese estado es diferente de acuerdo a las distintas circunstancias. Es personal e intransferible! Por eso, requiere un trabajo de reflexión, para descubrir cuales son las cosas que a cada uno le da felicidad y escribirlas. Nos vamos a sorprender cuantas veces son pequeñas cosas las que nos permiten lograr ese estado tan buscado de realización y bienestar. Muchas veces es sentarnos a ver un atardecer o a escuchar una música. Algo que debemos recordar es que la felicidad esta mas relacionada con la autoestima, con la comunicación, con la amistad, con el amor que con la posesión de bienes materiales. Posiblemente un bien material sea algo deseado, pero si no estamos bien con nosotros mismos o con los que nos rodean, esos bienes que podemos lograr, pierden rápidamente su encanto. Además de escribir los proyectos que queremos concretar en este nuevo ciclo, tenemos que comprometernos con nosotros mismos a mejorar aquellos “ puntos débiles” que todos tenemos y que nos bloquean para seguir adelante. La queja, el egoísmo, el desgano o por ejemplo el tan común “ dejar para mañana lo que puedo hacer hoy!” Si queremos vivir mejor, tendremos que ser mas observadores de la realidad, de las cosas pequeñas. Observar como vivimos y como nos sentimos en la familia, en la pareja, en el trabajo, en la comunidad. Cuando cambiamos algo en nuestro entorno, eso hace bien a los demás pero toda acción positiva tiene un retorno: nos hace bien cuando hacemos bien a otros. Actuar con coherencia es fundamental para vivir en plenitud. Sentir y actuar de la misma manera es una condición de la salud. La incoherencia y la confusión enferman mental y físicamente. Es vivir disociados, haciendo y sintiendo cosas diferentes. Haciendo con la cabeza algo que el corazón no aprueba. O viceversa! Otra condición para empezar de “nuevo”y sentirnos mejor, es poder hablar! Nada tan simple pero tan complejo: hablar de si mismo, de las cosas que muchas veces callamos! No nos animamos a decir lo que sentimos por miedo a perder al otro. A no ser queridos. Miedo a ser rechazados. Produce bienestar y alivio decir lo que nos preocupa, lo que nos molesta, lo que deseamos, a que le tenemos miedo o lo que queremos o no queremos hacer. Mucha gente se enferma como consecuencia de no poder decir lo que siente o lo que quiere. Van haciéndose “ invisibles” en el afán de no molestar a los demás. Tratan siempre de agradar. Van desapareciendo como personas. Es el primer paso hacia la depresión. Debemos recordar que no se puede agradar a todos y que esa búsqueda desesperada de afecto, difícilmente sea correspondida. Callar los sentimientos produce dependencia. Las relaciones adonde predomina la dependencia solo generan resentimientos. Para tener en cuenta: las experiencias por sobre las cosas materiales. En nuestra memoria, un viaje compartido en familia o una situación vivida gratamente en la infancia, tiene mucho mas valor que un bien material por mas que lo hayamos deseado. Se olvida con el tiempo lo que teníamos en la casa. Se recuerda como vivíamos en esa casa. El placer esta en saber aprovechar cada momento en que vivimos. Mas allá del objetivo, el camino para lograrlo, el “tao”, el recorrido y con quien lo hacemos, es lo que nos hace sentirnos con mayor plenitud, con mayor entusiasmo y motivación. Logremos o no ese objetivo. Los proyectos no son solamente planteados para lograrlos, sino para centrar nuestra mente en ese camino, para mirar hacia adelante, concentrarnos en este nuevo ciclo que empezamos. Por eso la frente alta, la actitud positiva, la felicidad dentro de nosotros mismos, pone en juego y moviliza la creatividad, la inteligencia emocional, el sentido del humor. Ser uno mismo es un gran riesgo, no podremos culpar a nadie por lo que nos pase. Pero ser responsables de lo que deseamos y de lo que hacemos, o de lo que dejamos de hacer ,genera mayor madurez y bienestar. Miremos al futuro desde lo que somos y desde lo que estamos dispuestos a cambiar. Practiquemos vivir en armonía. Sin excusas.
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