“Tratado de Derecho Penal”

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  Disertación del Dr. Marco Antonio Terragni en el acto de presentación del libro que dirigió “Derecho Penal. Parte General” realizado en la Sala del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral    
   

       Disertación del Doctor Marco Antonio Terragni en el acto de presentación del libro que dirigió “Derecho Penal. Parte General”, publicado por la Universidad Nacional del Litoral.

Me tienen que disculpar porque me voy a emocionar en algún momento. Yo he escrito unas breves líneas para referirme a esto y lo primero que puse es lo siguiente: Un amigo me pregunta cuanto ganas en la Universidad.  Y yo le respondo gano una fortuna. Esta fortuna forma mi tesoro. Una porción esta compuesta de recuerdos y, bueno, la emoción me va a embargar ya. Porque entré a la universidad por primera vez del brazo de mi madre y hoy estoy con mi esposa, estoy con mi hijo que es un excelente abogado egresado de esta Facultad y mi ciclo vital está vinculado a la Universidad Nacional del Litoral.

Yo ingresé a la Universidad porque es una Universidad pública, porque estoy imbuido en los principios de la Reforma Universitaria porque es una Universidad gratuita, lo que tiene un gran significado político, político en el sentido general para un país como el nuestro y además porque hay libertad de cátedras. Nadie jamás en todos estos años que han transcurrido me ha dado alguna indicación de ningún tipo y han pasado muchas autoridades, quiere decir que este privilegio de la libertad tiene un valor superior.

Recuerdo también a mis profesores y recuerdo en primer lugar, porque los que me han enseñado el Derecho Penal, a don Luis Jiménez de Asúa, que fue profesor en esta Universidad y de él lo que valoré fue su ejemplo en  cuanto a la lucha por la libertad y la república. No es necesario recordarles a ustedes que Jiménez Asúa estuvo exiliado por la dictadura franquista. Entonces él me enseño que hay que oponerse a la tiranía; me enseñó que el Derecho Penal tiene que tener un fundamento humanista. Recuerdo sus enseñanzas en general, los ejercicios que nos hacía hacer y también tomé nota que en algún lugar de que él un invocó un concepto de la Carta Magna: Ningún hombre libre será retenido o encarcelado o desposeído o destruido ni procederemos en contra de él sino por el juzgamiento legal de sus pares o por la ley del país. Con mi esposa vimos la Carta Magna de 1215 en el Museo Británico y sus principios tienen que regir nuestra vida de por siempre.

Rememoro también la figura del profesor Roberto Terán Lomas, quien fue el primer titular de la cátedra al cual ayudé. Entusiasta de las enseñanzas de Carrara.  Carrara era un abogado que no solamente ejercía su profesión sino que enseñaba a los alumnos. Por eso en la Introducción a esta obra yo puse las palabras de Carrara y como él dediqué esta obra a los alumnos.

Recuerdo también de Jiménez de Asúa su oposición a la época triste, terriblemente triste del Nacionalsocialismo y con respecto a esto tendría que decir algunas cosas para señalar similitudes que existen en esta época y que a mi me preocupan mucho, que aparezcan en la doctrina penal y sobre todo en un sector de la doctrina alemana; con reflejo de alguien que la puede seguir en la Argentina.

También evoco a otro profesor que tuve que fue Jorge Frías Cavallero. Fue profesor en la universidad nuestra, discípulo de Jiménez de Asúa, profesor de la Universidad de Buenos Aires exiliado luego. Profesor en la Universidad de Caracas y él era un docente de aquellos excepcionales, que enseñaba desde el primer momento hasta el último de la clase y de él fundamentalmente traje este concepto: de darle prioridad a la dogmática. La dogmática significa la reconstrucción del derecho positivo vigente sobre bases científicas. Es decir, hay que partir de la ley y en materia penal sin duda hay que atenerse a la ley para no cometer arbitrariedades.

En este acto ya se ha hablado mucho de mí, pero yo además rememoro mi paso por la Universidad. Mi intervención como Secretario de Cultura del Centro de Estudiantes. Aquél momento en que integré el Consejo Directivo que represente a los profesores. Pero esto es un poco el pasado, yo hablaba de que la Universidad me ha dado un tesoro y otra realidad, otra porción del tesoro es la realidad actual.

Y la realidad actual es este libro que tiene mérito quizás no tanto por mí sino por quienes han colaborado. Más quienes hay colaborado, quienes son coautores del libro. Pero además aquí debo señalar el mérito de la Universidad, el mérito editorial de la Universidad. No es solamente que el libro está muy bien hecho, el libro está muy prolijo, la difusión del libro es buena, sino que además está a un precio accesible y eso es muy importante porque demuestra nuevamente la generosidad de la Universidad pública, de la Universidad del Litoral en este caso que se distingue en el ámbito editorial. Que se haya puesto un libro de este tamaño al precio que se puso para los estudiantes es realmente muy meritorio.

Tengo que hablar de los autores también, autores son algunos adjuntos y colaboradores de mi cátedra actual y otros que han sido en algún momento colaboradores de mi cátedra. Como Sebastián Amadeo, como Hemilce Fissore, como Cecilia Goyeneche, Leandro ríos, Valeria Rovenas; todos de la Universidad Nacional del Litoral. Señalo también a dos ex alumnos mios de la Universidad de Buenos Aires, que son  Silvina Alonso y Federico Laraín y también mis compañeros, uno de ellos aquí presente, del Instituto del Derecho Penal del Colegio de Abogados de Rafaela. El que está presente es el doctor Daniel Ferrero y también colaboró el actual Juez de Sentencia de San Cristóbal que es el doctor Fernando Gentile.

El objeto, la finalidad de haber publicado este libro es ayudar a los estudiantes. Gracias por las palabras de Julio de Olazábal. Debo agregar que nunca en los años que llevo dando clase aca nunca hubo un libro que se ajuste al programa de la Facultad, al programa oficial de la Facultad. Esto es muy importante para los alumnos porque no tiene que deambular buscando material, sin perjuicio de que tienen que ampliar lo que acá se dice porque cuando pregunta un alumno cual es el texto que debo seguir yo enseguida le digo no hay un texto único: son todos los textos. O sea que usted tiene que ajustarse a lo que el programa de la Facultad con su bibliografía indica.

Tengo que decir algo con respecto al Derecho Penal también porque pasaron tantos años y me pregunto ¿ha cambiado el Derecho Penal? La respuesta es: No ha cambiado mucho el Derecho Penal, si ha cambiado el Derecho Penal argentino y no ha sido en un aspecto favorable a la libertad como yo lo pienso. Yo intervine circunstancialmente en el último proyecto de reforma del Código Penal a través de la Federación Argentina de Colegio de Abogados  y en la primera reunión dije: “Voy a presentar un proyecto revolucionario”. Todo el mundo se asusto cuando yo dije “un proyecto revolucionario”. Pero mi proyecto revolucionario era derogar toda la reforma del Código Penal y dejar el Código Penal de 1921 que fue uno de los Códigos penales más breves del mundo y más sabios de la forma en la que estaba redactado. Hoy hay otra comisión reformadora, su presidente es el doctor Zaffaroni. Me ha pedido mi opinión sobre algunos temas y a muchos otros profesores, obviamente. Yo pienso que el Derecho Penal tiene que modificarse no solamente para volver a poner límites al poder punitivo del Estado, reducir el poder punitivo del Estado e introducir reglas justas tanto para el autor del delito como para la víctima y la sociedad. Yo creo que el valor máximo que tenemos es la Constitución Nacional y la Constitución Nacional es tan sabia. Un párrafo de la Constitución no puede expresar mejor la idea de libertad que es el artículo 19 está redactado de una forma hasta poética y ustedes recuerdan que dice: “Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda ni privado de lo que ella no prohíbe”. Consecuentemente es la ley solamente la que puede mandar o prohibir, pero además dice: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden la moral pública o perjudiquen a un tercero están reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados”. No puede haberse expresado mejor la idea de libertad. De la libertad que todos tenemos, salvo las obligaciones consiguientes de vivir en sociedad. Y recién Julio mencionaba al pasar a la doctrina alemana. Yo tengo la suerte de concurrir casi anualmente de hace ya 20 años al Instituto de Derecho Penal Internacional y Extranjero de Freiburg, Alemania, donde fui becario. Tienen una biblioteca que tiene casi 500 mil libros de Derecho Penal de todo el mundo; entre ellos -obviamente- una sección de Derecho argentino. Pero eso es la teoría. La realidad es mucho más triste.

El año pasado nos invitaron, a un grupo de investigadores de distintos países, a visitar la cárcel de Freiburg, y comparada con algunas cárceles latinoamericanas es un hotel de cinco estrellas. Pero nos llevaron a la celda de castigo. No había nadie en la celda de castigo, por suerte. Pero nos enseñaron como se trataba al castigado y lo que nunca me voy a olvidar es que le aplicaban una máscara de hierro. Entonces recordé enseguida aquella novela del “Hombre de hombre de la máscara de hierro” y pensé: ¿Para qué pasaron tantos años si estamos en un país donde se supone que la ciencia ha avanzado y todavía al hombre colocándole una máscara de hierro. Y la máscara de hierro se la aplican para privarle de la libertad de decidir por su vida, o sea para que no se mate golpeándose la cabeza contra las paredes o se desangre cortándose las venas o mordiéndose. Por eso al hombre le aplican la máscara de hierro. Entonces, yo creo que nuestra misión no es la misión de castigar de la manera que ahí se castiga en esas condiciones. Nuestra misión es tratar de enseñarle a los alumnos el valor de la libertad y enseñarles también que el conflicto que significa un delito no se resuelve necesariamente con penas crueles.

En épocas un poco más tranquilas yo llevaba a mis alumnos de la Facultad a la cárcel de Coronda , y en la cárcel de Coronda veían cómo era una cárcel. Pero la enseñanza más importante es la libertad, la posibilidad de recuperar la libertad o sea comportarse correctamente en la sociedad para tener libertad. Esa era la enseñanza para mis alumnos.

Ahora voy a mostrar un libro que tengo aquí.

Decía que me dio la Facultad, que me dio la Universidad, una fortuna y ¿cuál es el mejor premio que me dio la Facultad o uno de los mejores premios? El jueves pasado después de dar clase salí por los pasillos y había un ex alumno del curso anterior vendiendo sus libros. Tenía una carretilla con los libros de edición propia, libro de cuento de edición propia con su novia, sus amigos vendiendo sus libros. Yo le compré un libro con la condición de que me lo dedicase. Y dice: “Para un gran y querido y admirado profesor con mucho cariño de un alumno que decidió ser penalista gracias a usted”. ¿Qué mejor premio que esté?

Gracias por haberme atendido.

Marco Antonio Terragni

   
         
         
         
 

 

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