Collages: Nuria Lisistrata

principal

         
   

Cursos, Seminarios - Información Gral - Investigación - Libros y Artículos - Doctrina Gral - Bibliografía - Jurisprudencia  - Miscelánea -  Curriculum - Lecciones de Derecho Penal - Buscador

   
         
 

   
  Espíritu de Niñ@    
    Después de leer para mis queridos Elena Morúa y Francisco Ramírez el cuento de Ulalume Gonzalez de León titulado <A cada rato lunes>, entablamos una conversación que me provocó el deseo de escribir este divertimento. Para que se entiendan mejor mis razones, empezaré resumiendo el argumento de ese cuento que tanto me gusta.    
   

La narradora afirma que la juventud se pierde cuando comienza a ser a cada rato lunes, en otras palabras, cuando nos distraemos y perdemos lo que ella define como la felicidad: <<esa actitud de liebre siempre alerta, esa capacidad de salamandra para criar su enésima cola, esa confianza de trapecista para andar por la cuerda floja entre el prodigio y la catástrofe>>; y luego, nos advierte, que una distracción puede resultar fatal, porque ese descuido de nuestra parte es el momento que aprovechan los <Vigilantes> (de la moral establecida), para hacernos entrar en el orden de los lunes, << y entonces empieza uno a envejecer a pesar del tenis y del rock>>.

Leído el cuento, Francisco nos recordó las tres transformaciones del espíritu de las que habla Nietzsche: camello, león, niño; y agregó, palabras más, palabras menos, que para él ese relato de Ulalume no da una solución al asunto de: ¿cómo transformarnos en niñ@s?. En mi opinión la autora da su solución, y creo que lo hace por contraste, entre el ‘antes’: cuando la protagonista jugaba y leía muchísimo, por lo que su vida transcurría lentamente; y el ‘después’: cuando deja de jugar y entra como oveja al redil en lo que ella con suma ironía llama: <<una sana rutina sin inquietudes físicas ni metafísicas... Entonces empieza a ser lunes a cada rato y luego invierno a cada rato>>.

Este cuento me provoca un sincero deseo de jugar, de volver a ser niña y de vivir len-ta-men-te sin tomar tan en serio el tiempo cronológico. Además me hace pensar que, independientemente de la respuesta que da Ulalume en su cuento, al tema de ¿cómo volver a ser niñ@?, resulta divertido tratar de resolver ese enigma personalmente. Así que me puse a meditar sobre lo que significa para mi la transformación en niñ@ de la que nos habla Zaratustra.

Nietzsche explica que el espíritu que se alegra <de su fortaleza> pasa por tres transformaciones. Primero es camello y gracias a eso puede soportar los más pesados sufrimientos y dirigirse hacia el desierto donde se convierte en el león que dice <Yo quiero>; y es ahí, en la soledad del desierto, donde el espíritu-león lucha contra el gran dragón que se llama <Tú debes>; y, una vez que conquista la libertad a costa de lo más querido, ese león se convierte finalmente en niñ@, que es: <<inocencia y olvido, un empezar de nuevo, un juego, una rueda que gira, un primer movimiento, una santa afirmación…el espíritu lucha ahora por su propia voluntad>>.

Creo que cada persona tendrá que analizar qué quiere decir para sí misma ese mensaje de Nietzsche, porque no estoy de acuerdo con eso de que exista una sola verdad: creo más bien que existen muchísimas <<verdades relativas>>, como lo explica Kundera en El Arte de la Novela, donde él dice que en la historia de la humanidad, cuando la religión cede terreno y Dios abandonaba el lugar desde donde había dirigido el universo y su orden de valores, se nos aparece el mundo, como se le apareció a don Quijote, o sea, <<en una dudosa ambigüedad; la única Verdad divina se descompuso en cientos de verdades relativas que las personas se repartieron>>.

Así que a la pregunta sobre qué significa la transformación en niñ@ de la que habla Nietzsche podría responder con lo que considero “mi verdad relativa”, mi punto de vista, lo que hoy pienso al respecto de lo que es ser niñ@. Y, si ser niñ@ es <<inocencia y olvido>> pues, empezaré por olvidar mi edad cronológica y tendré presente más bien que nací el día de l@s inocentes, y con el descaro que me dan la inocencia y el olvido sigo escribiendo este divertimento.

Nietzsche dice, además, que <<para el juego de la creación se necesita una afirmación santa: el espíritu lucha ahora por su propia voluntad>>. Y sabemos que existen muchos modos de crear, entre los cuales, por supuesto, se encuentran las distintas manifestaciones artísticas; sin embargo, de todas las formas de creación quiero detenerme en las letras o en lo que Rosario Castellanos llama <<el juego de las palabras que, para que no se las lleve el viento, se clavan, como las mariposas, con el alfiler de la escritura>>. Me interesan particularmente las letras porque soy amante de la literatura y cuando leo aprecio muchísimo esos objetos escritos que permiten, entre otras cosas, fijar un momento de la vida, un pensamiento, un sentimiento, una vivencia a la que quien escribe y sus lector@s podrán regresar, una y otra vez, para saborearlas sin cesar.

Es también Rosario Castellanos quien me enseñó que es importante tener siempre presente <<la distinción que separa la aptitud para una tarea del mérito de sus resultados>>, porque de lo único que alguien que escribe puede estar cierto es de que cuenta con las posibilidades de la escritura y <<una vez que esas posibilidades se han plasmado en realizaciones, se ha producido un objeto… que, de alguna manera, cumple con las condiciones que se le habían exigido en un plano ideal; un objeto que responde a una serie de urgencias expresivas que quedan, así, provisionalmente y sólo provisionalmente, resueltas>>. Este objeto creado resuelve mis “ugencias expresivas” las cuales podrán y seguramente serán diferentes en cualquier otro momento pero dejan patentado lo que fue mi necesidad de expresión en un instante dado de mi vida logrando con ello “el alivio deseado”.

Resumiendo: para mi, ser niña es recobrar la espontaneidad, es darse la oportunidad y el espacio necesario para la creación de algo que nos permita comunicarnos con l@s otr@s, situarnos en el mundo y entender algunas de esas “verdades relativas” que constituyen nuestras cosas comunes pero también nuestras diferencias. Escribir es elegir entrar en “el juego de la creación y de la santa afirmación”: cada página en blanco es <<un empezar de nuevo>>, es dar forma y contenido a una posibilidad tomada del universo de las posibilidades del que habla Italo Calvino y es apostar, es arriesgarse -- como en el juego-- a crear un objeto que, en este caso, por ejemplo, no me pertenece totalmente (¡es un collage lleno de citas!), sin embargo, no deja por ello de tener algo de mi individualidad, de mis gustos y elecciones.

Y en vista de lo mucho que me gusta citar, he decidido terminar este juego de palabras con las de Fernando Savater, quien dice: “¿Por qué citar? Hay dos razones: la modestia y el orgullo. Se cita por modestia, reconociendo que el acierto que se comparte tiene origen ajeno y que uno llegó después. Se cita por orgullo, ya que es más digno y más cortés, según dijo Borges (¿me perdonarán la cita?), enorgullecerse de las páginas que uno ha leído que de las páginas que ha escrito. Lo mismo que el viajero habla de lo que vio en sus travesías…citar es otra forma de decir <no he vivido en vano> (en este caso, <no he leído en vano>) y también estaba pensando en ti…”.

Sí, en Vos, Elena… juguetona-niña-mujer; estaba pensando en Vos, porque me gustaría muchísimo leer algún divertimento literario creado por tu “espíritu en su santa afirmación”. ¡¡Adelante Elena… a jugar!!.

   
         
 

  Inicio
         

Cursos, Seminarios - Información Gral - Investigación - Libros y Artículos - Doctrina Gral - Bibliografía - Jurisprudencia  - Miscelánea -  Curriculum - Lecciones de Derecho Penal - Buscador

principal