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  El regalo de Bodas de Walter Antillón    
   

 BODA NANCY Y LUCIANO.

                                                  Walter Antillón Montealegre.

Quiero empezar hablando de las mujeres y los hombres de buena voluntad.

Amor; estar enamorado, es tener una voluntad buena hacia la persona amada, desear el bien de la persona amada. Por eso, para decir “te amo” los italianos dicen “ti voglio bene”, te quiero bien o “quiero tu bien”, quiero tu felicidad.

        Por mucho tiempo se ha entendido que el amor y la buena voluntad son distintos: que el amor es fuerte, concentrado en la persona amada, y excluyente de los otros, mientras que la buena voluntad es difusa, amplia, incluyente, pero débil. Ese es el amor en el sentido de la posesión exclusiva de la persona amada, con exclusión de los demás, que envidian y codician aquella posesión, como el caso del harem, que es un buen ejemplo (cerrado, vigilado), pero muchos matrimonios también.

        No creo que eso sea amor; creo que el núcleo del amor verdadero es la buena voluntad, entendida como deseo apasionado del bien y la felicidad de la persona amada.

La buena voluntad no es excluyente, porque es incondicional y excluir es poner condiciones.

Volere bene” es querer el bien de la persona amada, o quererla de buena manera, sin condiciones, es un sentimiento unilateral y unidireccional. Uno ama y punto.

No es: yo te amo porque vos me amás, lo que equivale a decir: te amo porque me resulta conveniente, te doy sólo si me das. Eso no es amor sino contrato “do ut des” (doy para que dés),  como lo llamaban los romanos.

Buena voluntad, “voler bene”, es un sentimiento constante, duradero. No es una calentura pasajera. Si no es correspondido, no se termina, permanece.

La historia nos da ejemplos.

  Hay constancia de amores que duran toda la vida; como el caso de Cyrano de Bergerac para su prima Roxana. Pero no sólo se trata de amores personalizados, sino amores difusos, que abarcaban pueblos enteros, o toda la Humanidad.

Pero siendo un sentimiento unilateral, entre más intenso, más tiende a provocar reciprocidad, ese es el amor que produce amor.

        Gandhi amó y fue amado por su pueblo.

Yo amo y soy amado por Nuria, que al principio me tenía miedo.

 Y ese es el punto ideal, cuando el amor es recíproco. Uno se entrega, incondicionalmente, indefenso, a merced de la persona amada, pero sin proponérselo recibe la entrega, también incondicional, de la persona amada. Esto no es “contrato do ut des”: esto es la relación amorosa.

        El sexo es muchas veces un ingrediente de la relación amorosa, pero el sexo no es en sí amor. Bien lo saben las trabajadoras del sexo. Pero el sexo puede ser de importancia suprema en la relación de pareja; y cultivarlo y mantenerlo es siempre de gran importancia para la estabilidad de la relación.

        La relación amorosa no es utilitaria: es desinteresada; pero produce ventajas y provechos:

1º) La relación amorosa produce bienestar personal, confianza en sí mismo: Como decía el poeta venezolano Aquiles Nazoa: “Creo en mí mismo, porque sé que hay alguien que me ama”.

2º) La relación amorosa propaga la buena voluntad: uno se siente bueno, se reconcilia con el mundo humano y natural.

Después de estar con su Julieta, Romeo abraza a sus enemigos; y el corneta Rilke cabalga sonriendo hacia la muerte, después de una noche con su amada.

Pero hay que soplar cada día un poquito la llama del amor.

Buena cosa es el amor y por eso estamos hoy reunidos, felices y llenos de esperanzas en el futuro de Nancy y Luciano.

Pero como el amor no es perpetuo y seguro como una bolsa de diamantes, Nancy y Luciano van a  pronunciar, en presencia de la Naturaleza que nos rodea, en presencia de nosotros, sus amigos y parientes, un voto:

“Juro cultivar y cuidar amorosamente este amor de nosotros; porque Luciano/ Nancy es, a la vez, la Humanidad y la Naturaleza que descubro en mí mism@, única e invalorable, digna de todo mi respeto y devoción”.

La amistad es mi patria, decía el humanista italiano Piero  Calamandrei. Y por eso Nancy y Luciano celebran hoy con nosotros la fiesta de la amistad, que es otro nombre del amor. Y quieren celebrarla especialmente con Verónica y Francisco Fuster, que hicieron posible este encuentro de todos.

   
         
 

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