Marco Antonio Terragni es uno de los más influyentes y destacados penalistas argentinos. Respetado y valorado por su jerarquía intelectual y científica.

Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad Nacional del Litoral (1972), obtuvo también el Doctorado en Derecho por la Universidad de Buenos Aires (2002) y en el 2007, el de Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.

Su muy activa labor docente –producto de una auténtica vocación- lo llevó a la titularidad, concurso mediante, de la cátedra de derecho Penal: Parte General en nuestra Facultad donde continúa entusiastamente su infatigable apostolado.

En el ámbito de su especialidad, ha desarrollado paralelamente una ímproba actividad de investigación y autoral. Tampoco le ha sido ajeno el ejercicio profesional de la abogacía y la actividad periodística. Personalidad polifacética, en la que también destaca su gusto por la fotografía y el ciclismo.

Además de la mayoría de las Universidades Nacionales, Instituciones de enseñanza superior de España, Italia, Alemania, Costa Rica, Uruguay, entre otras, saben de sus desvelos por el desarrollo de la Dogmática penal sobre bases científicas, demostrando siempre su preocupación por enseñar y cómo hacerlo, distinguiendo el buen grano de la paja.

Sin ser un especialista, puedo afirmar que la obra suma a la claridad y calidad en el tratamiento de los distintos temas, la minuciosidad, una expresión accesible y pedagógica, evidenciando un encomiable esfuerzo al que se ha sumado un grupo de colaboradores, varios de ellos jóvenes y prominentes docentes de nuestra Facultad, también de gran valía y futuro.

El profesor Terragni, como lo expresa en la introducción, parafraseando a Eduardo Couture, ha encontrado su “metro cuadrado de tierra” en la Universidad Nacional del Litoral y en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales la ocasión para –a través de la publicación de la obra- rendir un sencillo pero sentido homenaje a su distinguido docente, representante –por derecho propio- de la mejor tradición jurídica argentina.

Dr. José Manuel Benvenuto

Decano FCJS-UNL

Santa Fe, marzo de 2012

El 10 de diciembre de 1859 Francesco Carrara, el Sumo Maestro de Pisa, presentó su Programa de Derecho Criminal con estas palabras: “A mis alumnos. Al componer este libro –dispuesto según el orden eminentemente lógico que trazó Carmignani, nuestro gran maestro- no busqué gloria para mí, sino utilidad para vosotros, me propuse recoger, no crear, no intenté decir cosas nuevas, sino verdaderas, no me preocupé por las formas brillantes, sino por la claridad. Si mi trabajo puede facilitaros el estudio de las diversas disciplinas criminales, habré logrado mi intento. Dios os de salud y amor a la ciencia”.

El 28 de febrero de 2012 mi paráfrasis es: La idea central, que ha guiado la composición de este libro, es contribuir al desarrollo de la Dogmática. Como enseñaba en nuestra Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral mi antiguo profesor, Don Luis Jiménez de Asúa, la Dogmática es la reconstrucción del Derecho positivo vigente sobre bases científicas. Por ello, tanto los otros autores de esta obra como yo partimos de los principios penales de la Constitución Nacional, de las normas contenidas en el Código Penal y en las leyes penales especiales, para desarrollarlos y demostrar que todos ellos contribuyen a reducir el poder punitivo del Estado, a que triunfe la razón sobre la fuerza.

Si logramos que el lector nos acompañe en esta tarea de humanizar la aplicación de la ley, nos sentiremos muy satisfechos; más en mi situación particular: he cumplido 36 años enseñando la materia aquí, en Santa Fe, y en un gran número de Universidades de Alemania, Italia, España, Costa Rica, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay y, por supuesto, Argentina. He viajado mucho, pero vuelvo siempre a mi “metro cuadrado de tierra” (como llamaba Eduardo Couture a su querencia), que es la Universidad Nacional del Litoral.

Agradezco a los jóvenes autores que me acompañaron en esta obra porque añadieron su entusiasmo al mío. También recuerdo con afecto a quienes me guiaron para obtener mis tres Doctorados en Derecho: de la Universidad Nacional del Litoral, y los más recientes: a Eugenio Raúl Zaffaroni, de la Universidad Nacional de Buenos Aires, y a Enrique Gimbernat Ordeig, de la Universidad Complutense de Madrid.

Asimismo, a todos los alumnos, tanto a quienes presencian mis clases en las aulas, a los que leen mis libros como a los que aprovechan el material que ofrezco en Internet; los intercambios de ideas con ellos me permiten reafirmar conceptos, corregir errores y avanzar en claridad.

Finalmente, para todos vosotros deseo, como Carrara: Dios os dé salud y amor a la ciencia.